martes, 16 de agosto de 2011

Fascinante vaivén

A veces necesito un poco de locura en mi vida.
Otras, anhelo un silencio turbador ,que me sumerja en un profundo estado de quietud, de sensaciones congeladas en el tiempo, casi cayendo en un estado catatónico...y bum! despierto a la vida otra vez.
Entre esas delirantes esquinas que cortan caminos rectos y conducen hacia el abismo caótico, existen ciertos  matices, que en su mayor tiempo construyen el recorrido que hago a diario. El degradé parte de un negro en momentos de oscura confusión, de paralizante tozudez y de irritantes lapsos de ira mal contenida, llegando a gris en días en donde el sol aparece suave , entregándome una tenue calidez y abre mis sentidos hacia la conciliación y el entendimiento. Entonces va pasando a un blanco invierno que revitaliza mi cuerpo y mi mente, con fuertes dosis de energía que corre y hormiguea mi cuerpo, para dar cabida a un blanco reluciente de infinita claridad, en mis momentos más cercanos a una maravillosa paz y comprensión de todo lo que puedo percibir. Es justo allí cuando logro mirar a través de todo lo que existe, sin diferenciar  materia ni estado orgánico o inorgánico.
El proceso de regreso me sitúa nuevamente en aquellos tonos semi grises, semi claros, semi oscuros, sin embargo es muchísimo más gratificante el camino de ida que el de vuelta. Lo que más me reconforta es el saber que siempre volveré al origen, de manera involuntaria y en ocasiones súbita , y con una exquisita sensación de encontrarme allí por primera vez.